viernes, 27 de marzo de 2015

#TurismoMacabro: Antiguo Palacio de la Inquisición


Por: Casandra Vicario para Macabro FICH
Imagen: Internet

Localizado en el bello Centro Histórico de la Ciudad de México, en ésta zona estaba ubicado el Antiguo Palacio de la Inquisición, un lugar en donde miles de almas y cuerpos fueron torturadas, por ello, sería lógico el conocer y escuchar historias de fantasmas y aterradores fenómenos que ocurren a lo largo y ancho de sus pasillos, sin embargo, todo se queda en conjeturas, pues no es común encontrar a alguien que conozca acerca de algún evento sobrenatural, que haya ocurrido en el lugar.

El edificio es de arquitectura Barroca, muy hermoso, se terminó de construir en 1736,  en donde desfilaron muchísimos seres humanos acusados de brujería, herejía y pacto demoníaco, ahí, algunos de los instrumentos y técnicas de torturas creadas por el hombre fueron aplicadas con maestría, infringiendo dolor y sufrimiento a su máxima potencia. Caminar por sus pasillos es toda una experiencia, la fuerte vibra se hace sentir en todo el espacio.

Más tarde, el palacio fue sede de la Escuela de Medicina de la UNAM, por lo tanto, ahí se abrieron diversos cadáveres, claro que ahora, con una finalidad científica y en beneficio de la salud.

Actualmente es el Museo de la Medicina de UNAM y hace algunos años, los instrumentos de tortura regresaron a casa, aunque ahora, no para provocar muerte y sufrimiento sino como parte de la exposición de “Instrumentos de Tortura y Pena Capital” que seguramente muchos de nosotros visitamos, quizá, desconociendo la historia que existía detrás del recinto.

Vale la pena que estén muy pendientes en las redes sociales e internet, pues con frecuencia se programan visitas nocturnas, y diversos eventos que podrían ser de su interés, pero si no aguantan y quieren visitarlo ya, el Antiguo Palacio de la Inquisición, hoy “Museo de Medicina”, está ubicado en República del Brasil No. 33 Esquina con República de Venezuela y Belisario Domínguez, en el Centro Histórico del D.F


Abre sus puertas de lunes a domingo de 9 de la mañana a 6 de la tarde.

miércoles, 25 de marzo de 2015

Horror & México: De Don Juan Tenorio a Cronos – Parte II

Por: Mario Valencia
Twitter del autor: @MarioZala17

En nuestro capítulo anterior La Llorona acechaba mansiones abandonadas, un hombre sin rostro asesinaba sin piedad, los conventos eran azotados por males del más allá y un monstruo similar al del Dr. Frankenstein, era la prueba fehaciente de cómo no tropicalizar una película. Ahora, seguimos con la escalofriante segunda parte.

A partir de 1957, se tomaría un interés en el género, lo suficientemente grande como para abarcar las siguientes dos décadas del cine nacional. El vampiro, protagonizada por Germán Robles, da el giro al darle seriedad, matices expresionistas, clara influencia de las cintas de Universal Studios, y el protagonismo de una mujer (Ariadna Walter), como la fuerza que debe detener a este feroz vampiro de seguir infestando el pueblo.

Chano Urueta seguiría en el rubro, lanzando La cabeza viviente (1961), El barón del terror (1962) y El espejo de la bruja (1962). La primera sobre la profanación de una tumba azteca y la segunda, sobre un hombre ejecutado en el siglo XVII por la Inquisición. Nuevamente, el terror relacionado a la mística religiosa es lo que acapara. ¿Dónde queda el terror provocado por la psicología humana?


Mientras El Santo, Chabelo y Pepito, seguían repartiendo golpes y chistes malos a una serie de infames botargas, llegó el director más influyente de la escena nacional para refrescar al género: Carlos Enrique Taboada. Hasta el viento tiene miedo (1968), marca su debut como director tras co-escribir guiones junto a Urueta. Seguirían El libro de piedra (1968), Veneno para las hadas (1986) y Más negro que la noche (1975), la cual, jugaba con el clásico simbolismo de un gato negro, representando la locura habida entre cuatro mujeres. Como siempre, en esta industria no puedes mantenerte realizando obras de un solo estilo, y solo como paréntesis, Taboada lanza cintas como La guerra santa y ¿Quién mató al abuelo?, ambas de gran calidad, pero alejadas del horror.

A la par, otro gran maestro: Juan López Moctezuma, periodista y productor de Alejandro Jodorowski. Con solo cinco películas en su haber, de 1973 a 1994, convertidas ahora en clásicos de culto, representan los grandes vicios del ser humano, más el juego que discierne entre realidad y fantasía. La mansión de la Locura (1973), basada parcialmente en un relato de Poe, marca el inicio de su corta carrera cinematográfica. Su más grande éxito, hasta años después: Alucarda, la hija de las tinieblas (1977), inspirada en Carmilla de Sheridan Le Fanu, lleva a los límites la relación lésbica entre las protagonistas y expone el horror gótico nacional a grandes niveles. Es una pena que Moctezuma, haya fallecido en condiciones precarias, como se ve en el documental Alucardos.


Juan Ibañez, director de la aclamada película Los caifanes, dirigió, a partir de fragmentos comprados por él en una visita a Hollywood, inmundas cintas que anunciaban como estelar a Boris Karloff, el legendario monstruo de los años 30. Obviamente, Karloff ya había fallecido y jamás puso un pie en México. Solo se añadieron escenas hechas aquí que incluían a Julissa, Enrique Guzmán y Tongolele. Así nacen Invasión Siniestra y La muerte viviente.


Finalmente, otra trilogía, no considerada así aunque el autor de este texto encuentra fundamental para el cine nacional, buscaba ganarse el gusto del público por su imponente protagonista: Enrique Rocha. De 1968 a 1975, aparecen tres películas: La endemoniada, Satanás de todos los horrores y Satánico Pandemonium. Su interpretación, se caracterizaba por ser el típico vampiro o demonio lleno de elegancia, seductor, con buen arte para hablar. La voz de Rocha, penetrante, escalofriante, comparable a la presentada por Germán Robles. Este par de actores, son íconos del cine de horror nacional. Lástima que ahora solo espera que una muchacha italiana venga a casarse con él en una telenovela…


La década de los 80s, dio fin al control de calidad en el cine mexicano. Fue una década de oscuridad para toda la industria, que deambulaba entre las películas de ficheras y las de narcotraficantes. Eso sí, vaya que era espeluznante ver Vacaciones del terror con Pedrito Fernández continuando el legado de la familia Cardona. En TV, aparecía una serie que no envejeció con gracia: La hora marcada. En su momento, era novedoso ver historias así. Ya en retrospectiva, la mayoría no pasaban del melodrama clásico, con elementos fantásticos. Al menos sirvió como semillero de talentos, incluido el último director mexicano que logró causar revuelo en el cine de terror: Guillermo del Toro. Su ópera prima: Cronos, mezcló la figura del alquimista con el vampirismo moderno. Una maravilla, prueba de la calidad posible que se puede alcanzar en México. La llamada generación de “Nuevo cine mexicano”, puso altas las expectativas. ¿Recuperó su constancia el cine de horror? 


Ahora, las grandes productoras buscan emular el cine norteamericano pero con una pobre producción, cero contenido y sustos solo al momento de darte cuenta que has perdido una hora y media de tu vida, viendo un refrito burgués hecho en la Condesa. Películas tipo Kilómetro 31, son odas al cliché que han consumido. El problema también recae, en los ambiciosos estudios que no abren sus puertas a nuevas propuestas, por temor a tocar temas tabúes o al propio estigma que la industria se provocó así misma.  Si hay un renacimiento del horror en México será más que bienvenido. Mejor dicho, sería lo ideal.




viernes, 20 de marzo de 2015

#TurismoMacabro: Las leyendas de la Moira, el Callejón del Aguacate y Lecumberri

Por: Casandra Vicario

Tenemos referencia, gracias a los libros y sobre todo a muchas películas, de diversos lugares que tienen fama de estar embrujados o de albergar en sus entrañas algún fantasma famoso, tal es el caso, de la casa de Amityville, pero México, no se queda atrás:

Ubicada en la colonia San Miguel Chapultepec, en la calle de José Vasconcelos y actualmente un centro cultural, se encuentra “La Moira”, una casa que desde hace muchos años tiene fama de ser un lugar embrujado. Cuenta la leyenda que un niño de nombre Marco, se atrevió una vez a entrar ahí, descubriendo a un niño de su edad atado con una soga en el cuello, lo que le llevó a salir corriendo para regresar años más tarde, y ser encontrado sin vida, colgado del techo de uno de los cuartos de la casa.

De mucha fama, sobre todo entre los años 80 y 90, es el callejón del aguacate, en el barrio de Santa Catarina, en Coyoacán,  un lugar angosto y en el que se manifiestan una gran diversidad de espectros: dicen, que se aparece un hombre con capa y sombrero, que por alguna extraña razón, aún por definir, se cuenta que es el mismísimo diablo, otros afirman ver a un niño que juega por todo el callejón y que aparece y desaparece a voluntad, existen también quienes afirman observar a una señora que camina por el callejón o que se asoma desde la ventana de una casa abandonada, cuya familia, se supone fue asesinada hace muchos años. Adicionalmente, también se narra que es posible observar  una virgen, que se cree pusieron ahí de forma anónima para el descanso de las almas que penan por el lugar. Con todo esto, el callejón del aguacate resulta todo un reto para aquellos que gustan de las emociones paranormales. ¿Se atreverían a caminar por ahi?

Otro lugar en donde los espectros, fantasmas, ruidos extraños y cuanto efecto poltergeist se les ocurra pueda manifestarse, es la antigua penitenciaría de Lecumberri, hoy, Archivo General de la Nación.  Durante el porfiriato, el recinto se llenó de lo peor de la sociedad, peleas, asesinatos, torturas y demás cosas ocurrieron ahí, pues hasta 1954 era mixta. Sus celdas eran muy pequeñas y cada una de ellas, estaba llena de criminales, por todo esto, se le conoció también con el mote de “El Palacio Negro”, faltaba más. 
Todo esto, es un gran caldo de cultivo para que cada quien viva su propia experiencia fantasmagórica al caminar por sus entrañas.


Otros lugares espantosos para visitar son El Callejón del Diablo, la Casa de  Don Juan Manuel  y la casa del diseñador en el Centro histórico, la casa de las brujas en la Colonia Rom y, La Casa de la Tía Toña en Chapultepec 

miércoles, 18 de marzo de 2015

Horror & México: De Don Juan Tenorio a Cronos… Parte I

Por Mario Valencia para Macabro FICH

Carlos Enrique Taboada, Chano Urueta, Juan López Moctezuma, Juan Bustillo Oro, Fernando Méndez y… Sí, la lista de autores especialistas en el género se reduce a unos cuantos. La historia del cine de terror en México, es triste, corta, llena de prejuicios (que nacen hacia toda la industria mexicana, en realidad. Crea fama…) o intentos de tropicalizar cintas extranjeras, que terminan en chiste. ¿Recuerdan Tintorera, nuestro Jaws nacional? Si no es así, permítanme abrir alguna vieja herida.

Independientemente de estos bizarros experimentos, por lo general, la filmografía nacional gusta de lanzar guiños a la comedia. Esto no excluye al horror y sus elementos. Están el humor negro de El esqueleto de la señora Morales o el lado blanco, burlón, de Tin Tan en Dos fantasmas y una muchacha.

Pero, ¿en qué momento se decidió que nuestro amado género, se inclinara por esta dirección? ¿Por qué nunca se ha explotado al máximo, tantas tradiciones, mitos y leyendas que enriquecen nuestro breviario cultural, desde tiempos prehispánicos? Más importante aún… ¿cómo nació el horror en las pantallas mexicanas? Prepárense para la primera de dos partes, sobre el sangriento cine mexicano.

Los orígenes, datan desde 1899, año en el que el ingeniero Salvador Toscano (padre del cine en México), lanzó una adaptación de Don Juan Tenorio, la clásica obra de José Zorrilla. No solo fue el primer filme de ficción nacional. Su segunda parte, va directamente relacionada con la muerte, Dios y el infierno. La siguiente película, sería hasta 1933, con la adaptación de nuestra leyenda más famosa: La Llorona. Bajo la dirección de Ramón Peón y guión de Fernando de Fuentes, se coloca como la primera cinta oficial del género, a solo dos años de la llegada del cine sonoro a México. 



A la par, Juan Bustillo Oro lleva a la pantalla Dos monjes, filme de fantasía con elementos expresionistas. Este director, no adaptaría el oficio de maestro del horror. Recordemos que el cine por encargo, era algo presente a lo largo del Cine de Oro e inevitablemente, no faltarían comedias rancheras o en el caso de Juan Bustillo, las primeras cintas de Cantinflas. Eso sí, en los siguientes años nos regaló piezas como El misterio del rostro pálido (1936) y El hombre sin rostro (1950), obra protagonizada por Arturo de Córdova, sobre un asesino en serie cuya característica, es el rostro cubierto… Su máscara, bastante similar al Slenderman, sin conexión alguna obviamente.


 Bustillo Oro, también escribiría el guión para El fantasma del convento (1934), dirigida por unos de los directores más grandes del cine mexicano: Fernando de Fuentes. El relato, sobre un triángulo amoroso en un monasterio embrujado, da prueba clara del inevitable melodrama. Pero si recordamos los filmes de Universal sobre monstruos clásicos, todos poseen esa misma fórmula.


  Durante la época del Cine de Oro, posible gracias a la inversión norteamericana para realizar cine, mientras ellos se encontraban en medio de la Segunda Guerra Mundial, la producción cinematográfica era la más grande en habla hispana: hasta 400 películas anuales a lo largo de los años 40s. ¿Y dónde se acomodaba el horror? Estando el boom del cine indigenista, las rumberas y la comedia ranchera, el interés por el horror era nulo. Fue hasta 1947, que aparece La Herencia de la Llorona. Sin nexos a la leyenda, narra sobre un joven que regresa a la hacienda familiar, acosada por un fantasma conocido como La Llorona. Cierra esta etapa, El monstruo resucitado (1953), dirigida por Chano Urueta (precursor del cine de luchadores), con la actuación de la bellísima Miroslava,  es un intento de adaptar Frankenstein en terreno mexicano.


¿Les parecen pocos títulos? Hasta ahora, hemos recorrido 50 años de Historia, entre buenos intentos, otros terriblemente penosos. En la siguiente entrega, iremos de 1957, con el estreno de El vampiro, dándole un nuevo giro y seriedad al género.

miércoles, 4 de marzo de 2015

¡Quiero ver sangre! Horror & efectos especiales

Por: Mario Valencia para Macabro FICH


Generalmente, en una película siempre nos importa quién actúa, quien la dirige, quien hace la música… Rara vez también se preguntan por el escritor. Pero pocos se preguntan sobre el artista en efectos visuales. Aquellas imágenes que tanto impactan, llenas de sangre, desmembramientos, heridas y demás maravillas. Aquellos amos del látex, héroes anónimos, sin recibir el merecido crédito del público. Aun así, ¡algunos hasta reality shows para principiantes tienen! Hablemos de cinco maestros de los efectos especiales que han llenado de sangre nuestras pantallas.


Tom Savini.

Claro, teníamos que empezar con “El Padrino del Gore”. Su carrera da inicio en 1977 con Martin, cinta de George A. Romero que se convertiría en su primera de varias colaboraciones. Después, haría Dawn of the dead, Friday the 13th, Creepshow y Trauma. Su popularidad es tal, que incluso apareció en un episodio de Los Simpson. Alejado del maquillaje y los efectos, dirigió su primera película en 1990: el remake de Night of the Living Dead. En el siguiente enlace, podrán ver un fragmento del documental sobre su carrera, Smoke and mirrors, con entrevistas a Robert Rodríguez, Jerry Only (Misfits), George Romero y Danny Trejo.



Yûichi Matsui.

El artista japonés, es culpable del boom de chicas pálidas muertas en el cine asiático. Antes de ser explotado al cansancio, daban una apariencia espeluznante. No quisieras encontrarte a la chica de Ringu por ninguna circunstancia. Entre sus trabajos, están Audition, Ju-On y la adaptación de Parasite Eve (sí, de donde también saldría el juego de Playstation). Su trabajo es conocido en el cine norteamericano, gracias a su odisea tarantinesca en Kill Bill vol. 1.


Dick Smith.

Fallecido el año pasado, Smith solo realizó dos películas de terror, pero lo suficientemente impactantes para dejar su huella en el género: El exorcista y Scanners. A este hombre le debemos la caracterización de Regan y todas sus transformaciones. Él mismo declaró que el maquillaje para Max Von Sydow fue más elaborado, pues en una escena debía verse 30 años más viejo (el actor sueco tenía 44 en ese entonces). Para el clásico de Cronenberg, realizó los duelos telepáticos y la famosa secuencia inicial donde explota una cabeza en plena conferencia. En esta película contó con la ayuda de Chris Walas, quien haría los efectos especiales para La mosca y Cazadores del Arca Perdida.


Gianetto De Rossi.

El maquillista italiano, comenzó su trabajo en una de las versiones de la saga erótica, Emmanuelle, empleando su talento para las escenas snuff que aparecen, así como quemaduras de ácido y el desgarre de senos en una mujer. Impresionado, el director Lucio Fulci lo reclutó para la segunda parte de Zombi. El resultado: una película extremadamente gore, grotesca y violenta; uno de los mejores trabajos en efectos especiales de toda la Historia. De Rossi colaboraría en otras obras de Fulci: The Beyond y La mansión cerca del cementerio. Llegaría a Hollywood para trabajar junto a David Lynch en Dune. Después hizo efectos para Rambo III, especialmente las escenas donde se cura así mismo con pólvora.




Rick Baker.

Claro, no podíamos dejar fuera al gran ídolo del maquillaje americano. Ganador de 7 Óscares, su trabajo ha sido tan variado, que ha ido desde el video de Thriller de Michael Jackson, hasta los filmes de gordos con Eddie Murphy. Lo suyo, siempre ha estado en el cine de horror y las criaturas bizarras. Comenzó como asistente de Dick Smith en El exorcista y desde entonces, creó los efectos para The Incredible Melting Man, Hombre lobo americano en Londres, Aullido, Videodromo y The Fury. Gracias a él, Martin Landau tuvo la caracterización perfecta para interpretar a Bela Lugosi en Ed Wood.